QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

domingo, 14 de octubre de 2007

Elfriede Jelinek ( Primera parte)


Donde no hay deseo.

Por YAMILET GARCÍA ZAMORA

Elfriede Jelinek ( Austria,1946) es una escritora que ha generado muchas polémicas con sus libros. Clasificada como feminista por la inmensa mayoría de la crítica, Jelinek ha publicado alrededor de una veintena de libros, entre los que se desatacan Somos reclamos, baby ( 1970), Los excluidos ( 1980)), La pianista ( 1983) y Deseo ( 1989). Y de esta última, precisamente, voy a hablar a continuación.
La primera impresión que me produjo la novela fue de una obra con un lenguaje inquietante. El estilo telegráfico del mismo se fue revelando como una novela donde el protagonista, el gran protagonista es el lenguaje. Tengo que admitir que para despertar el cúmulo de sensaciones que la obra abre en el lector hay que tener un manejo único de la forma. Y es algo que no se le puede negar a la autora. Pero –y aquí vienen mis críticas- el lenguaje se convierte en violador de las imágenes, nada poético, profundamente retorcido y repugnante. Lo curioso de esta narración es que aquí no hay deseo y el paratexto del título se convierte en la primera gran bofetada: este matrimonio, en apariencia ejemplar, es una fachada de la mujer comprada y sometida, humillada una y otra vez por el macho. Aquí no hay erotismo. No hay orgasmos. No hay sexo para complacer sino para autocomplacerse. Esta mujer, Gerti, es violada sistemática y brutalmente por su marido. Y hago énfasis en el concepto violación porque ella no participa en el show que su marido monta sino que es una pasiva y complaciente acompañante de un marido dominador. Cualquier acto sexual que se realice con la complacencia de los implicados está bien –sea lo que sea- pero cuando uno de ellos lo hace obligado, física o moralmente, es una violación. Crudo hasta la escatología más humillante, Gerti se pliega a los caprichos de su marido porque él es quien la mantiene.
Aun cuando es una novela llena de sexo, las escenas son tan repetitivas que llegan a cansar. No hay imaginación, ni inventiva, con una mujer siempre pasiva y un hombre dominante que la usa a su antojo. Lectora y escritora, como lo soy, de textos eróticos, no pude menos que comparar Deseo con Púrpura profundo[1] . Efectivamente, la novela de Jelinek no es erótica porque no juega con ese sentido de los más vastos, inconfesables y abismales sueños sexuales de los humanos que es, en definitiva, lo que nos despierta la libido. Página a página, la autora se esfuerza –y lo logra- por mostrarnos un mundo donde la mujer es juguete sexual de los hombres, con referencias al sexo francamente despectivas, con un odio concentrado que hace levantar muchas sospechas acerca de la salud mental o, al menos, sexual, de una narradora omnisciente que utiliza descripciones crudas, nada complacientes y sí altamente denigrantes para referirse al acto del amor. De esta manera: “La mujer se queda quieta como la taza de un retrete, para que el hombre pueda hacer su gestión dentro de ella”[2]. O los hombres utilizan un rabo-abrelatas. Este hombre, de nombre y rostro desconocido, ordena que la mujer no se bañe para disfrutar sus olores ( p. 52), la golpea cuando ella se niega a hacer algo, o puede, incluso, meterle guisantes, lentejas, imperdibles o cuentas de cristal por el sexo. Puede orinarla. Puede defecarla, aunque ella quiera o no. A medida que avanzaba en la lectura, me pregunté cuál era el objetivo de la autora al describir una realidad que, si bien es cierta –y no sólo en las clases medias, a esto me referiré más adelante- no apuntaba a una visión feminista.

DESEO Y EL FEMINISMO.
La crítica actual se ha dedicado con bastante tenacidad a establecer las posibles diferencias entre literatura feminista y literatura femenina. Al respecto, la escritora Gloria Guardia[3] expresó:
La diferencia es clara: literatura fémina,{femenina} como nos dice su etimología latina, quiere decir propio de mujer, de persona del sexo femenino. Esta literatura puede ser escrita tanto por hombres, como por mujeres. Porque el tema, no tanto el tratamiento que se dé a éste, es lo más importante en este tipo de escritura. Un ejemplo de Literatura Fémina es “Madame Bovary” de Gustave Flaubert. Aquí, la visión que tenemos de la protagonista es la patriarcal, la que incluso fue imitada por muchas escritoras europeas de finales del siglo XIX, y de principios del XX y que desafortunadamente algunas de nuestras autoras siguen calcando a esta fecha. La otra, la literatura feminista es aquella que refleja, en su lenguaje, en sus metáforas y en sus mitos, la visión femenina contemporánea. Un buen ejemplo de esta literatura feministas es “Simetrías”, de la argentina Luisa Valenzuela. Se trata de un libro de narraciones que puede considerarse como un autoanálisis; o sea como una reflexión sobre la escritura que se vuelve meditación sobre la propia identidad.[4]
Existe, por lo tanto, una clara distinción entre ambos términos aunque todavía haya quienes los confundan. No obstante, hay algunos ejemplos en la literatura mundial de obras escritas por hombres que son femeninas y feministas –aunque parezca muy extraño que un representante del “sexo fuerte” pueda escribir desde la visión femenina. Tal es el caso de Las Honradas, de Miguel de Carrión[5] Y al comparar ambas, la del cubano y la austriaca, me pregunto qué quiso decir, plantear y demostrar Elfriede Jelinek con Deseo, una novela con una sexualidad pacata, repugnante y conformista. Jelinek se autoproclama feminista pero creo que entre sus confesiones y la literatura que escribe, en muchas ocasiones, hay una contradicción. En una entrevista realizada por el periódico austriaco 'Der Standard', la autora dijo: “… {que en Deseo había} intentado constituir el lenguaje femenino de lo pornográfico… {pero} es imposible dado que la óptica de lo obsceno es inevitablemente masculina.. El sujeto del deseo es el hombre, y cuando lo es la mujer no tiene (aún no lo tiene) un lenguaje para su deseo..."[6] No puedo leer esto sin sentirme profundamente irritada por una opinión tan machista, máxime cuando es una mujer la que la expresa. Quizás la fuente no la citó correctamente pero no es necesario, siquiera, averiguar esto porque cada página de la novela está diciendo, precisamente, lo mismo. Para una mujer del siglo XXI con libertad imaginativa, económica, cultural y vivencial, es denigrante siquiera pensar que no posee, como ser humano, lenguaje para su deseo y que lo obsceno es territorio exclusivo de los hombres. Es cierto que las féminas librepensadoras han sido clasificadas, históricamente, como meretrices, putas y hasta lesbianas pero de ahí a negarles –negarnos- un lenguaje de lo erótico, lo que deseamos y lo que debemos expresar en nuestra vida sexual, se me hace una posición medieval. Si no pudo construir un lenguaje femenino de lo pornográfico, inclusive siendo mujer, es que está muy alejada del erotismo real de la vida.
¿ Que hay en el mundo, todavía, matrimonios como el de la novela? Nadie puede negarlo. Y peores, diría yo sin temor a equivocarme. Y no hay que ir a Austria para encontrarlos. El machismo latino es profunda y ancestralmente más violento que otros del mundo. México es, desgraciadamente, un muy buen-mal ejemplo de esto, a todos los niveles sociales. Un machismo que se expresa desde lo más burdo –los golpes- hasta lo más “sofisticado” de ciertas clases acomodadas, al no permitir a la mujer trabajar con el manido pretexto “yo gano lo suficiente”- pretexto que, en ocasiones, aplica para todo tipo de estratos en la sociedad. Es, por lo tanto, casi risible una denuncia literaria contra una hipocresía matrimonial casi generalizada a todos los niveles y en todos los países, máxime cuando aquí la justificación es el SIDA. Creo que nuestros queridos machos latinoamericanos jamás han necesitado un motivo, banal o cierto, para tener amantes u obligar a las mujeres a un sexo contra su voluntad. Quizás sí funcione en Austria pero me queda la gran, terrible duda, ¿acaso las clases menos acomodadas, los proletarios, no hacen lo mismo? Ese proletariado sin rostro –o con un gran rostro colectivo- que presenta la novela con una mirada casi utópica. El proletariado de la fábrica, la gente del pueblo, que trabajan, comen embutido y se reproducen, sin entrar en los juegos de la doble moral burguesa, son casi un símil de la idea roussoniana[7] del hombre natural. La realidad de la vida cotidiana muestra que no es cierto, que la hipocresía y la doble moral es común a todos y hasta en las sociedades del “hombre nuevo”, donde el “vil Capitalismo” ha sido derrotado y la moral “revolucionaria” prima, existen ambas condiciones. Y muchas otras.
Continuará...

CITAS:
[1] Mayra Montero. Púrpura profundo. España, Tusquets Editores, 2000. Esta novela obtuvo el XII premio de literatura erótica La sonrisa vertical en el año 2000
[2] Elfriede Jelinek. Deseo. España, Destino, 2004, p. 36.
[3] Novelista, ensayista y académica panameña- nicaragüense; nació en Venezuela el 12 de marzo de 1940. En 1984 la Academia Panameña de la Lengua la eligió Individuo de Número. En 1990 colaboró, en Madrid, en la elaboración y redacción de la vigésima primera edición del Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia. Y desde 1999 forma parte de la Comisión de Lingüística, de la Academia Colombiana de la Lengua. En 1992 fundó, por sugerencia de la sede central en Londres, el capítulo panameño de la Internacional P.E.N, la más antigua sociedad mundial de escritores, cuya tarea prioritaria es la defensa de los derechos de los escritores alrededor del mundo.
[4] Marta Leonor González. “Gloria Guardia: No creo en lecturas obligatorias” La prensa literaria. Suplemento semanal del Diario La prensa, Nicaragua, 9 de marzo de 2002. en: http://www-ni.laprensa.com.ni/archivo/2002/marzo/09/literaria/ensayos/
[5] Miguel de Carrión (1875-1929), escritor cubano. En 1918 publica Las honradas, una novela donde se presenta a la mujer en sus distintas facetas y el papel que juega en la sociedad. La visión de Victoria, la protagonista, es extremadamente liberal y feminista en su época y el parlamento final de la misma es un breve ensayo acerca de cuál es el papel de la mujer en la sociedad cubana de principios del siglo XX y el dilema de una madre ante la educación futura de su hija. No obstante ser considerado por los críticos como una figura menor en la narrativa cubana, creo que en Las honradas y Las impuras ( 1919) –más en la primera que en la segunda- hay un texto muy vigente acerca de los sentimientos, deseos, anhelos y frustraciones –incluso sexuales- de las mujeres de todos los tiempos. Y hay, además, un deseo de búsqueda y una rebelión contra el papel impuesto por la educación al llamado “sexo débil”.
[6] http://elmundolibro.elmundo.es/elmundolibro/2004/12/01/narrativa_extranjera/1101921583.html. Página consultada el 7 de octubre de 2007.
[7] Juan Jacobo Rosseau ( 1712-1788), filósofo ilustrado francés. Introduce, en El contrato social (1762) la imagen del "buen salvaje", una suerte de inocencia natural (no existe el pecado original), la bondad es innata así como la igualdad absoluta. El concepto de naturaleza –que está muy marcado en la novela con la presencia del bosque, las casitas, las nevadas en el campo, el río- sirve como punto de referencia y concepto directivo.

FOTO TOMADA DE:
http://www.elmundo.es/elmundolibro/2004/10/07/protagonistas/1097147317.html

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Saludos Yamilet, aqui con mi primer comentario en tu blog.
He leido deseo y es realmente humillante y la muestra mas clara de la bajaestima tan grande que puede alguien tener. Estoy totalmente de acuerdo con tu comentario.
Saludos.

Pitibuchi dijo...

No sabes qué gusto me da que hayas contactado conmigo. Y me encanta oír una opinión masculina -máxime la tuya- acerca de esta novela. Hoy publicaré la segunda parte. No te pierdas.

Un gran beso

Anónimo dijo...

Pitibuchi!!!!!!!!!!!!!!!!
La cédula de la maestríaaaaaaaaa!!!!!!!!!!!!!!!!!