JINETERAS
Por José Ramón Gómez Cabezas
En el año 98 viajé por primera vez a Cuba. En el vuelo de regreso a España me invadían sensaciones ambiguas sobre el viaje que acababa de realizar: por una parte, Cuba me había parecido un país espectacular en sus paisajes y con una historia curiosa y envidiable en muchos aspectos, pero a la vez estaba decepcionado o quizás angustiado por algunos detalles que dejábamos atrás, entre ellos, ver como una muchachita de no más de doce años, en una de las playas cercanas a la capital, consentía los tonteos de un grupo de asiáticos, algo ya veteranos, con intenciones muy definidas.
Quizá fuera el sabor agridulce de esta decepción lo que me impulsó a acercarme, con cierto desespero, a la literatura policial cubana, de la que había oído maravillas, pero aún no había tenido el placer de leerla.
Fue así como, tras una búsqueda intensa, me hice con algunos libros de autores cubanos: Leonardo Padura, Lorenzo Lunar, Amir Valle, Daniel Chavarría, Reynaldo Cañizares. Todos ellos mostraban, con poderosa narrativa, un mundo de picaresca donde la supervivencia a cualquier precio pasa de ser un instinto a convertirse en el leitmotiv de todo un país
De toda esa pléyade de autores isleños, me atrajo desde un primer momento un tal Amir Valle, refinado autor que traslucía un auténtico amor por su patria, pero al que no le dolían prendas remover algunos cimientos de la hipocresía del poder en Las Puertas de la noche, Si Cristo te desnuda o Entre el miedo y las sombras. Ni que decir tengo que devoré estas novelas donde se dibujaba una realidad mucho más parecida a la que yo intuía que a la probablemente oficial o turística. Drogas, abusos sexuales, proxenetismo; todos sus libros esbozaban un submundo lleno de cotidianeidad corrupta, incluso putrefacta, que duele en los ojos al leer y un nudo cabrón te acompaña en el pecho durante su digestión.
Ahora, cuando ya han pasado algunos años y he podido charlar con el autor en innumerables ocasiones, cuando ha publicado Santuario de sombras, para mí la mejor de la serie de novelas protagonizadas por Alain Bec y el viejo Alex Varga, llega a nuestras manos formalmente editada Jineteras, un envidiable ensayo periodístico que ha implicado del autor prácticamente nueve años, nueve dolorosos años para que esta tesina sobre el mundo de la prostitución en el Caribe vea la luz, emprenda una peculiar carrera de obstáculos y reciba los elogios y premios que merece.
Algunos pudimos conseguirla a través de Internet hace tiempo, pero aquello no era serio; era, digamos, un esbozo, un boceto que curiosamente no acabó con el libro, si no que más bien le confirió una inesperada publicidad: ¡para que luego digan de la red de redes!
El jineterismo es prostitución, llamada con otro nombre más cubanizado, afirma el autor; es una de sus variantes, y la prostitución en el Caribe ha existido desde que en La Pinta viajaran seis prostitutas para aliviar las tensiones de la tripulación. A partir de aquí, Amir Valle reconstruye este fenómeno históricamente hasta nuestros días, con inigualable pericia.
Para llevar a cabo su trabajo de investigación, el autor se ha entrevistado con 125 jineteras, 32 proxenetas, 15 dueños de casas de alquiler, 3 dueños de burdeles, 14 dueños de casas para shows de travestismo, 9 travestís, 6 taxistas particulares y 27 médicos, abogados, psicólogos, policías, empleados de hotel, etc..., impresionante elenco del peculiar universo que se esconde tras este reclamo que, año tras año, atrae a miles de turistas de medio mundo.
Las verdaderas protagonistas nos irán desvelando, en primera persona, cómo se iniciaron, sus motivos, los beneficios que sacan, las reglas no escritas, incluso detalles mucho más escabrosos. Por su parte los chulos nos hablarán del reparto de las zonas, los castigos que se han de inflingir si alguna osa trabajar por su cuenta, los sobornos a policías y custodios de hoteles y negocios. En definitiva, no falta ni un solo ángulo de visión para este complejo prisma.
La oficialidad probablemente tenga sus manidas explicaciones al respecto. Incluso, autores ideológicamente más cercanos a esa oficialidad, como Daniel Chavarría en su premiada novela “Adiós Muchachos”, utilizan el fenómeno para componer un magnífico personaje. En cualquier caso, y en el libro queda reflejado, más de un cubano gira la cabeza decepcionado cuando se les habla del fracaso de la Revolución en este aspecto.
Para los que hemos leído la obra de Amir Valle, Jineteras se convierte en un referente indiscutible para conocer, de primera mano, las desdichas de los verdaderos protagonistas de sus libros anteriores. Para los que nunca hayan leído a este autor, Jineteras les abre las puertas de un mundo semioculto, pero real, donde las perversiones y el salvajismo comparten almohada con el desencanto y el poder y, en definitiva, tan solo reflejan el quehacer diario de la dolorosa perspectiva de un país.
Quizá fuera el sabor agridulce de esta decepción lo que me impulsó a acercarme, con cierto desespero, a la literatura policial cubana, de la que había oído maravillas, pero aún no había tenido el placer de leerla.
Fue así como, tras una búsqueda intensa, me hice con algunos libros de autores cubanos: Leonardo Padura, Lorenzo Lunar, Amir Valle, Daniel Chavarría, Reynaldo Cañizares. Todos ellos mostraban, con poderosa narrativa, un mundo de picaresca donde la supervivencia a cualquier precio pasa de ser un instinto a convertirse en el leitmotiv de todo un país
De toda esa pléyade de autores isleños, me atrajo desde un primer momento un tal Amir Valle, refinado autor que traslucía un auténtico amor por su patria, pero al que no le dolían prendas remover algunos cimientos de la hipocresía del poder en Las Puertas de la noche, Si Cristo te desnuda o Entre el miedo y las sombras. Ni que decir tengo que devoré estas novelas donde se dibujaba una realidad mucho más parecida a la que yo intuía que a la probablemente oficial o turística. Drogas, abusos sexuales, proxenetismo; todos sus libros esbozaban un submundo lleno de cotidianeidad corrupta, incluso putrefacta, que duele en los ojos al leer y un nudo cabrón te acompaña en el pecho durante su digestión.
Ahora, cuando ya han pasado algunos años y he podido charlar con el autor en innumerables ocasiones, cuando ha publicado Santuario de sombras, para mí la mejor de la serie de novelas protagonizadas por Alain Bec y el viejo Alex Varga, llega a nuestras manos formalmente editada Jineteras, un envidiable ensayo periodístico que ha implicado del autor prácticamente nueve años, nueve dolorosos años para que esta tesina sobre el mundo de la prostitución en el Caribe vea la luz, emprenda una peculiar carrera de obstáculos y reciba los elogios y premios que merece.
Algunos pudimos conseguirla a través de Internet hace tiempo, pero aquello no era serio; era, digamos, un esbozo, un boceto que curiosamente no acabó con el libro, si no que más bien le confirió una inesperada publicidad: ¡para que luego digan de la red de redes!
El jineterismo es prostitución, llamada con otro nombre más cubanizado, afirma el autor; es una de sus variantes, y la prostitución en el Caribe ha existido desde que en La Pinta viajaran seis prostitutas para aliviar las tensiones de la tripulación. A partir de aquí, Amir Valle reconstruye este fenómeno históricamente hasta nuestros días, con inigualable pericia.
Para llevar a cabo su trabajo de investigación, el autor se ha entrevistado con 125 jineteras, 32 proxenetas, 15 dueños de casas de alquiler, 3 dueños de burdeles, 14 dueños de casas para shows de travestismo, 9 travestís, 6 taxistas particulares y 27 médicos, abogados, psicólogos, policías, empleados de hotel, etc..., impresionante elenco del peculiar universo que se esconde tras este reclamo que, año tras año, atrae a miles de turistas de medio mundo.
Las verdaderas protagonistas nos irán desvelando, en primera persona, cómo se iniciaron, sus motivos, los beneficios que sacan, las reglas no escritas, incluso detalles mucho más escabrosos. Por su parte los chulos nos hablarán del reparto de las zonas, los castigos que se han de inflingir si alguna osa trabajar por su cuenta, los sobornos a policías y custodios de hoteles y negocios. En definitiva, no falta ni un solo ángulo de visión para este complejo prisma.
La oficialidad probablemente tenga sus manidas explicaciones al respecto. Incluso, autores ideológicamente más cercanos a esa oficialidad, como Daniel Chavarría en su premiada novela “Adiós Muchachos”, utilizan el fenómeno para componer un magnífico personaje. En cualquier caso, y en el libro queda reflejado, más de un cubano gira la cabeza decepcionado cuando se les habla del fracaso de la Revolución en este aspecto.
Para los que hemos leído la obra de Amir Valle, Jineteras se convierte en un referente indiscutible para conocer, de primera mano, las desdichas de los verdaderos protagonistas de sus libros anteriores. Para los que nunca hayan leído a este autor, Jineteras les abre las puertas de un mundo semioculto, pero real, donde las perversiones y el salvajismo comparten almohada con el desencanto y el poder y, en definitiva, tan solo reflejan el quehacer diario de la dolorosa perspectiva de un país.
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