QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

domingo, 14 de octubre de 2007

A propósito del gerundio.

La noticia ha recorrido el mundo: el gobernador de Brasilia ha prohibido el uso del gerundio en los documentos administrativos de la capital brasileña. En vez de alentar a los servidores públicos a un uso adecuado de las formas no personales del verbo y de los tiempos en futuro, el camino más sencillo, alentar la ignorancia, es el que ha sido tomado. Nadie niega -mis alumnos lo saben- que la utilización adecuada de los ando y los iendo es una labor laberíntica. Tan complejo es este asunto que la mayoría de los lingûistas y gramáticos -desde Gili y Gaya, pasando por María Moliner y Manuel Seco, que le dedica varias páginas en su Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española- invierten tiempo, conocimientos y estudios en tan difícil tema. Pero la clave está en aprender su utilización correcta. Dominarlo. Y ponerlo al servicio de nuestra lengua. Si empezamos a eliminar todo lo difícil, engañoso, problemático de nuestro idioma -o de otras lenguas romances- ¿ a dónde llegaremos?

Y para demostrar que sí es posible escribir bien con gerundios -y hasta poéticamente- les dejo un cuento de Diana Gamarnik, correctora y redactora del periódico Clarín y de la editorial Heliasta, ambas de Buenos Aires. Y después de revisar a conciencia la gramática del cuento, estoy muy asombrada de un texto breve, capaz de utilizar un lenguaje telegráfico pero profundamente poético, un manejo adecuado de los gerundios y de las oraciones con verbos elípticos. Un excelente ejemplo del dominio escritural.

Mi cara en el espejo

La mesa cubierta de libros y de apuntes.
Sergio leyéndonos las características de los yacimientos de oro.
Alicia preparando café.
Mi mano derecha a veintisiete centímetros de tu mano izquierda.
El anillo en el dedo anular de tu mano izquierda.
Tu voz retumbando en mi cabeza confesándome que no sabías qué hacer con lo que sentías por mí.
Mi voz retumbando en tu cabeza contestándote que eras mi amigo y que estabas casado.
Los nueve días que pasaron entre esa conversación y este momento.
Tu mano que me atrae y me repele como si fuera un imán de polos invertidos.
El anillo que brilla desafiante.
Mi mano que abandona la distancia y busca tu caricia.
Tu mano que se adueña de la mía y la penetra.
Sergio levantándose a buscar agua.
Vos estampándome un beso que me lastima y me desdibuja la boca.
Tu barba raspándome la piel.
Yo enmudeciendo sin saber qué decir.
Vos caminando como un tigre enjaulado.
Sergio avisando que terminamos de estudiar por hoy y que se tiene que ir.
Alicia anunciando que tiene que salir pero que enseguida vuelve.
Vos diciendo que te quedás un rato más para tomar unas notas.
Las respiraciones contenidas esperando encontrarse a solas.
Tu vida apoderándose de mi vida.
Las palabras que no alcanzan para todo lo que queremos contarnos.
Vos y yo escondidos en el baño por si Alicia llega.
Las ganas demoradas de comernos el uno al otro.
El apuro entremezclado con la lentitud de la espera.
Mi camisa azul y mi corpiño desabrochados.
Las bocas cumpliendo todo lo que las manos habían preanunciado.
Mi pollera levantada.
Mi bombacha en tu bolsillo.
Tus pantalones en los tobillos.
Los dos enfrentados a nuestra imagen en el espejo.
El tirón de pelo que me diste para que levantara la cabeza y me mirara.
Tu cara oscura perdida en mi pelo rubio.
Mi cara en el espejo y la rotunda comprobación de la imposibilidad de ponerle límites al deseo.
CUENTO TOMADO DE: http://www.elcastellano.org
FOTO: http://diana-marina-gamarnik.neurona.com/

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