QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

viernes, 1 de abril de 2011

¿QUÉ COSA ES INTERNET?


Yo tenía 14 años y la llamada Comunidad empezó a entrar a Cuba. En mi cabeza adolescente, llena de consignas revolucionarias, actos de repudio contra gusanos, discursos, censuras de silencio “por mi bien” –no digas en la escuela que tu abuela vive en EU, no digas que hablas con ella por teléfono- y, por otro lado, la sublime idea del amor a la familia –es tu abuela, no puedes dejar de hablarle, la familia es la familia-: una adolescente en un mundo dual, extraño, pero que no se cuestionaba… todavía. Una adolescente que soñaba con ser militante de la UJC, con ir a la Universidad y que miraba con profundo desprecio las iglesias y con igual prepotencia a los católicos. Para mí, el mundo de las grabadoras o los canales de televisión extranjeros eran cuentos de ciencia ficción, al igual que los supermercados que apenas entreveíamos en las películas yanquis. Pero llegó la Comunidad, llegó mi abuela con su carga de noticias diferentes, de un mundo que nos ocultaron a fuerzas. Llegó mi abuela y sus 18 años de separación de su país, su hija y sus nietos, a quienes por fin conocía. Y el mundo se me presentó diferente, aunque todavía demoraría unos años más en comprender la terrible orfandad en la que vivía, alejada de los adelantos tecnológicos.
En Cuba no se pusieron las imágenes de cuando el hombre llegó a la Luna. Los Beatles –cantantes de la generación de mis padres- fueron escuchados por nosotros, descubiertos mucho después de su auge. No sabíamos lo que era una casetera, eso sólo era objeto de privilegiados. Nadie conocía qué era viajar a otro país. O qué significaba un horno de microondas. Con el paso del tiempo, las videocaseteras, los DVD, los MP3, los iPod y todo lo que perteneciera al universo de los adelantos eran avis raris en la vida cotidiana del cubano. Porque Cuba, desde hace 52 años, siempre ha vivido dentro de un muro donde la población recoge las migajas que los gobernantes deciden, olímpicamente, otorgarles.
No asombra que el gobierno cubano prohíba Internet, satanice a los blogueros, minimice una explosión internacional que se llama FB, TW, redes sociales, chats. No es nuevo que estemos en el submundo de la información global. Es patético y triste que la gente en las calles se pregunte qué rayos es Internet, qué significa un mundo virtual donde cada quien dice lo que piensa, con la absoluta libertad de increpar a gobernantes, alcaldes, amigos, catedráticos, al Papa y a Dios sin caer presos ni ser censurados. No pueden entender cómo encendiendo una computadora se pueden comunicar con el mundo en cuestión de segundos y enterarse de lo que sucede en el Universo. Es un contexto de ciencia ficción, extraño, llamativo y, como todo lo demonizado por la Revolución cubana, el pueblo imagina que es bueno, genial, único. Tan bueno como los Beatles que nos negaron o la TV por cable que lleva a muchos cubanos a la cárcel.
Internet existe y los cubanos ya lo saben. Se les escapan sus matices, sus navegaciones y el increíble diapasón de posibilidades que tiene. Lo intuyen como un espacio de liberación. Es un tokonoma en la Isla-cárcel. Pero está ahí, a la espera, como la manzana de la provocación. Y no puedo dejar de pensar en mi ahijado, ese hermoso niño nacido sin culpas en un país que lo convierte en víctima inocente. Vuelvo a ver sus grande ojazos y su pregunta, cándida y cargada de futuros designios: “Madrina, ¿me puedes explicar qué cosa es Internet?”

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