Fue en 1989 ó 1990. Yo trabajaba ya en el Parque Histórico Militar Morro- Cabaña –vaya nombrecito- es decir, en el museo de fortificaciones y armamentos en La Cabaña. De más está decir que era –es- un sitio que pertenece a las FAR y por aquellos tiempos Raúl Castro se interesó muchísimo por el proyecto. Llevado de la mano de Eusebio Leal, las FAR se comprometieron a financiar el naciente museo Todos los civiles que trabajábamos allí éramos parte de la plantilla FAR en lo que se denominaba “civiles de las FAR” en Cuba. Y nuestros jefes eran militares.
Un día llegó “de arriba” la orden de formar las brigadas de acción o respuesta rápida en el Museo. Todos pensábamos que la época de los mítines de repudio habían pasado; que aquellas maratónicas “marchas del pueblo combatiente” pertenecían al fatídico año 1980. Sólo ahora comprendo que los ciclos en Cuba se repiten y no hay espirales, sino una y otra vuelta a lo pasado, a lo que funcionó en un momento dado, a aferrarse a lo mismo con la esquizofrenia de los que no quieren otras soluciones. Porque en 1959 el “pueblo enardecido” gritó “Paredón, paredón” a los que no pensaban igual y no defendían a la Revolución: pero también a todos los diferentes, extraños, llámense torturadores batistianos, homosexuales o el tipo de la esquina que me cae mal. En el 80, les gritamos escorias, gusanos, lumpen a los que se iban del país por aspirar a un mundo diferente. Y en 1990 nos decían que había que armar los grupos que darían golpizas a todos los “desafectos”.
Ya no teníamos 14 años ni éramos unos adolescentes confundidos. A Pepe se le ocurrió una idea genial: él haría la carta y todos la firmaríamos. Al teniente coronel Juan Manuel, que dirigía el museo en ese momento, le pareció bien: Pepe era el hijo de un intelectual reconocido, un tipo de confianza. Ni corto ni perezoso, Pepe escribió: LOS ABAJO FIRMANTES ESTAMOS DE ACUERDO CON ESO. Y todos los museólogos y el departamento de diseño y arquitectura firmamos.
Juan Manuel no sabía qué hacer con aquella carta. ¿Qué era ESO? Con mucha seriedad, Pepe le explicó que, por supuesto, eran las directrices de las FAR y el PCC en torno a la formación de las Brigadas de Respuesta Rápida. Y ahí quedó todo, supuestamente, porque muchos años después me enteré que por eso –y otras cosillas que les contaré algún día- fuimos tachados como personas de poca confiabilidad ideológica y vetados para entrar al PCC.
Me pregunto cuánta gente puede burlar así la presión. Pero si sé que hay formas para que no nos obliguen a gritar, golpear, vilipendiar, atacar. Porque no podemos volver a la misma situación de 1980. Porque ya es hora de aprender a respetar la diversidad, sea de raza, creo, filosofía o política.
Por eso, es necesario no seguir las instrucciones del 2010:
http://www.scribd.com/doc/29481408/Plan-de-represion-estatal
Y es imprescindible no olvidar:
CONTINUARÁ...
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