Pitibuchi ha aparecido hoy, agosto del 2007. Y aunque nació hace tiempo, en La Habana, sólo ahora se decidió a compartir sus ideas y escritos. Aquí hablaré de Literatura, de cine, de Arte, de museos y -¿ por qué no?- de la vida.
QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.
REVISTA AEDA
sábado, 3 de octubre de 2009
DEL OTRO LADO, MI VIDA EN LA FERIA DE XALAPA
Hoy tengo el gusto de presentarles el texto que leyó mi editora, Nina Crangle, en la Feria Internacional del Libro de Xalapa, donde presentamos, en septiembre, la novela Del otro lado, mi vida. Próximamente les contaré en qué lugares pueden adquirirla.
Muchas gracias a Nina por su texto y a Odette por sus palabras, que podrán leer más adelante en la revista Aeda.
La isla alucinante
Yamilet García Zamora recrea en su obra un fragmento de la historia de la isla caribeña que tiene como escenario uno de los espacios más emblemáticos de La Habana, su capital. El Castillo del Morro de esa ciudad marina será el puente entre el siglo XVIII y los primeros años del siglo que transcurre. La autora ha optado por un argumento de corte policiaco en el que figuran un oficial de la policía, un médico forense, un asesino múltiple y una jinetera. A partir del hallazgo de cuerpos sin cabeza, algo que no puede ser casual en Cuba –se dicen los agentes encargados de la investigación (aunque sí cotidiano en México)–, el lector descubrirá que los crímenes en lo sucesivo poseen su propia lógica, pues los implicados no siempre pertenecen a este mundo.
Pero volvamos al castillo del Morro, esa fortaleza clave para la Corona española y sus posesiones de ultramar, para la corta vida independiente de la república de Cuba y para los inicios del actual régimen, prisión y paredón para los fusilamientos de los opositores a la Revolución. En un momento del siglo XVIII, El Morro sería el punto de un encuentro predeterminado por el destino, el de Juan Pontón (oficial de la Corona) y María Josefa, mulata y esclava. A partir de este encuentro de trágico final, Yamilet da vida a estos personajes situándolos en la época actual. Así, Juan (un padrote con trastorno esquizoide de la personalidad) y Helena (médico familiar, que sirve a la Revolución durante el día; de noche, jinetera al servicio de los turistas extranjeros y obsesionada con escapar de la isla) serán los protagonistas destinados a darle continuidad a un amor frustrado por la Historia más de dos siglos atrás.
Del otro lado, mi vida no es sólo una historia de policías y asesinos, contiene humor y erotismo, esa mezcla deliciosa tan bien resuelta por nuestra autora; Yamilet recurre a otro ingrediente con igual acierto: sus personajes, hijos de una revolución marxista, dialéctica y atea son practicantes de rituales africanos, aquellos que tienen como figura tutelar a Yemayá, deidad que convoca e invoca a los ausentes.
Ya desde el título, pienso, Yamilet nos dice algo más de todo aquello que surge por aquí y por allá a lo largo de la novela, solo y sin necesidad de forzar nada: como Helena, un personaje que representa de alguna manera el espíritu de una generación atrapada en una isla que precisa de mejores y efectivos rituales para hallarle un sentido auténtico a la existencia en un país sin memoria. Porque Yamilet parece decirnos una y otra vez: “Los aparecidos y los fantasmas sólo deberían habitar en los castillos”.
La primera frase con la que inicia Juan Malpartida el epílogo a ¿Qué edad cumple la luz esta mañana? del poeta cubano Orlando González Esteva, más que una re-afirmación sus palabras nos revelan la dimensión de una herida histórica: “Los cubanos, ciertos cubanos, parecen condenados a tener dos patrias: Cuba y la noche, Cuba y cualquier otro lugar, terrenal o celeste”. Los personajes de Yamilet García pertenecen a esa estirpe.
Nina Crangle
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