QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

domingo, 19 de agosto de 2007

Tumbas sin sosiego, de Rafael Rojas.

TUMBAS SIN SOSIEGO, EL DIÁLOGO Y LA INTELECTUALIDAD CUBANA.

POR YAMILET GARCÍA ZAMORA

La historia de la intelectualidad cubana de la República –que se extiende desde 1902 hasta 1959- ha quedado sepultada por la versión oficial de los hechos. El período fecundísimo de enraizamiento de la cubanidad en la literatura, del deseo republicano de una nación libre y la presencia de vertientes disímiles de pensamiento que, no obstante sus diferencias, mantenían un respeto mutuo por sus ideas, quedó sepultado en la Nueva Era de la revolución cubana. El primer medio siglo de la Cuba de los años XX se extravió entre las nociones discursivas revolucionarias que lo señalan como una época de servilismo, entrega, desespero. Tumbas sin sosiego, el excelente libro de Rafael Rojas ( Santa Clara, 1965), que ganara el premio de ensayos Anagrama en el 2006, muestra una realidad muy distinta a la que pretenden imponer : una especie de historia intelectual de Cuba, herida y virulentamente escindida por la revolución, la disidencia y el exilio.

Dividido en cuatro partes – Introducción, Políticas intelectuales, Perfiles inacabados y Memorias armadas- el texto indaga por el pasado y el futuro de la cultura nacional, sin obviar esa pasión por la cubanidad que permea todo el libro. Y es, también, un llamado a la cordura, a la unión de los de “dentro” y los de “fuera”, la reintegración de la intelectualidad en la reformulación del mito de la cubanidad que con tanto amor se defiende y mantiene en cualquier parte del mundo.

Uno de los valores innegables del ensayo es la investigación exhaustiva de los protagonistas, ya sean físicos –con semblanzas de intelectuales como Manuel Moreno Fraginals, Cintio Vitier, Roberto Fernández Retamar, Guillermo Cabrera Infante, Herberto Padilla, Jesús Díaz y Raúl Rivero, entre otros- o de las muestras escritas que dejaron muchos autores, ahora olvidados por la oficialidad y que ofrecieron, en aquellos años, una visión de las inquietudes, deseos y anhelos de los intelectuales cubanos en la primera mitad del pasado siglo. Y, por supuesto, la presencia de la generación más reciente, inscritos en lo que el autor llama “la lírica civil”, en un contexto donde es necesario recuperar el espacio letrado de una realidad donde prima la desilusión moral. La “desterritolización” de la literatura cubana actual es un fenómeno que recuerda el mismo desencanto nacional que primó en siglos anteriores. Visto de este modo, la historia intelectual cubana cumple un ciclo que jamás se ha roto y que, por momentos, ha alcanzado un cierto hálito de apertura, discernimiento y tolerancia para volver a caer en el vacío.

El libro no es sólo una crítica al castrismo. Minimizarlo de tal forma es eludir las valoraciones profundas que hace el autor del fenómeno cultural cubano en todos los tiempos y de las contradicciones ideológicas que siempre han sostenido a la sociedad isleña. Y aunque no se puede soslayar la crítica al totalitarismo, creo que Tumbas sin sosiego se convierte, más allá de las vehemencias políticas, en una radiografía valiente y desprejucidada del intelectual cubano y su relación con el poder. Si por algo aboga Rojas es por una discusión democrática y republicana de los graves asuntos que involucran a la cultura cubana, el mismo intercambio de ideas que realizaron, en algún momento, figuras como Mañach y Lezama –por sólo citar algunos nombres-, involucrados en el deseo genuino de salvar a la nación de su desintegración. Antes, como ahora, Cuba necesita del diálogo y de una refundación de sus destinos.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Gracias por darnos entrada en tu morada, donde cada noche, preferiblemente madrugada, siento el tic tac de las teclas y el llorar de una nueva alma.
david