QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

lunes, 2 de diciembre de 2013

GANDHI, LAS MUSAS Y LOS PREMIOS

 
La librería Gandhi lanzó la convocatoria para escribir un texto que respondiera a la pregunta ¿Por qué amo a México? El premio no era jugoso pero las Musas -tan caprichosas ellas- me susurraron palabras que puse en papel. Divertimento, me dijeron las muy bandidas. La verdad, siempre les hago caso.



¿POR QUÉ AMO A MÉXICO?
Quizás se pregunten por qué escribo del amor a México si no  nací en este país. Los restos de mis antepasados no reposan en tierras aztecas y por mis venas no corre sangre mexicana. Obviamente, no me gusta el chile y todas las comidas me pican horrible. Vivo en el D.F y me choca su tráfico, la contaminación y el estrés con que se sobrevive en esta mega ciudad. Me aterran muchas de las características de una sociedad violenta, inhumana, sangrienta; la falta de honestidad y escrúpulo de gente que menosprecia a sus semejantes y de un universo sumido en el interés y el desdén por la vida de los demás. Entonces, ¿por qué amo a México?
México es el país de mi hija, donde nació y crecerá, con un futuro que le enseño a construir lejos del odio y la intolerancia. Cuando veo su sonrisa amplia, inocente, plena de promesas  seguras, comprendo –más allá de un posible raciocinio- que este país es único porque sus niños lo hacen diferente. Y en ella descansa no sólo el porvenir sino la presencia real de un México al que no se puede dejar de querer.
Paseo por territorios hermosos, repletos de historias e Historia, donde conviven las tradiciones, el folklor y la milenaria presencia de un pasado que nos recuerda, paso a paso, que la grandeza se escribe a diario entre restos arqueológicos y salones de clases. No puedo dejar de sentir profundo respeto por una identidad que se construye buscando en el pasado y  proyectando al Universo un canto de triunfos palpables. No puedo dejar de amar a México por sus memorias escritas y orales, las que mantienen vivo el legado de toda una nación.
Contemplo una hermosa puesta de sol en Puerto Escondido y mi corazón se abre a todos los cantos poéticos que ha generado en la mente de los autores mexicanos la grandeza del paisaje. Paseo por el Zócalo de la ciudad y me imagino a Martí a mi lado, camino a la casa que, generosamente, le brindó su gran amigo Mercado. Porque la generosidad es una muestra excepcional de este pueblo, cálido en las buenas y en las malas, amigo incondicional de los necesitados. Y, entonces, comprendo que no puedo dejar de amar a México porque cuando las puertas se cerraron en mi país de origen y la oscuridad se apropió de mi vida, fue México y su gente quienes me ofrecieron refugio, abrigo, hermandad y posibilidad de crecimiento. Porque su gente me sonríe y me tiende la calidez innata de sus existencias. Y en cada pueblo, región, mar, montaña, siento la inmensidad de sentimientos que cobijan los corazones mexicanos. Porque el himno ha dejado de ser palabras huecas para mí.
Se ama lo bueno y lo malo. Se quiere más allá de la lógica. Se llora con las desgracias del vecino y se brinda parte de lo que uno tiene en la adversidad. Se canta cuando es necesario y se grita Viva México entre el tequila y el mole. Son presencias intangibles difíciles de explicar y que sólo se entienden cuando uno vive inmerso en un país excepcional.
Porque mi cuerpo será polvo de esta tierra y mi palabra recuerdo para todos.
Entonces, ¿cómo no amar a México?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por compartirnos tus francas y sensibles palabras. Fueron para mi como una ola refrescante en un caluroso día. Cómo poder no amar a este país! Debiéramos todos mexicanos pensar de forma continua como tu. Supongo que estas reflexiones no nos vienen a la cabeza nada frecuentemente y por ello tus palabras me dieron tanta emoción.

Martha

Anónimo dijo...

Quiero Felicitarte por tan emotivo
PORQUE AMO MÉXICO. me encantó eres una excelente escritora.

María Eugenia

Anónimo dijo...

Gracias Yami por ese artículo sobre México, que me conmovió sinceramente...

Lourdes

muriel dijo...

Qué buena reflexión, Yami. Gracias.