QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

martes, 31 de agosto de 2010

SOMOS APENAS SOBREVIVIENTES



St. Thomas, la isla principal de las Islas Vírgenes, territorio de los Estados Unidos de América. En ella se ubica la principal ciudad y puerto de la isla, Charlotte Amalie, que es también la capital del archipiélago. En el censo del año 2000 la población de Saint Thomas era de 51.181 habitantes, que constituían el 47% aproximadamente de la población de la isla, cuya extensión es de 80,9 km². Se dice que Cristóbal Colón avistó la isla en 1493 en su segundo viaje al Nuevo Mundo. Los Caribes, pueblo originario del territorio, desaparecieron en las primeras décadas de contacto con los europeos a causa de las enfermedades, la deportación y el exterminio. Es probable que los piratas usaran la isla durante los 150 años que siguieron al descubrimiento de América.
No lo niego: St. Thomas es hermosa y sus playas recuerdan esas otras que dejamos atrás. No se habla español y el idioma “del enemigo” puede establecer barreras difíciles. El calor es agobiante, brutal, caribeño. Se respira paz en este rinconcito del mundo. Se percibe prosperidad, a diferencia de otras islas del Caribe
Él vive en St. Thomas. No sé su nombre. Me dijo que era de Las Tunas y que no regresaría a Cuba en las condiciones en que está el país. Su cara refleja pánico cuando imagina Cuba. Acá vive del turismo, esperando la llegada de cada Crucero para proponerles a los turistas un recorrido por la isla.
Mi compatriota se despide de mí con el brazo en alto y una sonrisa nostálgica: “Nos vemos en Cuba, cuando todo cambie” Y mi corazón se encoge porque por muy bella y exótica que sea St. Thomas no se puede comparar, ni remotamente, con Cuba. Mi compatriota sobrevive y espera tiempos mejores. Hoy es St. Thomas. Hace cinco años fue aquella chica, mesera en una trattoria en Murano.
Todos somos sobrevivientes desperdigados por el mundo.

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