QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

UN NUEVO CUENTO DE 200 PALABRAS

Parece que, una vez logrado, entusiasma esto de las 200 palabras. El problema es acostumbrarse y no poder escribir novelas luego, porque entre 200 y 200 páginas... hay un universo. Pero haré mi mejor esfuerzo. Ahí les va... que me perdonen los hombres...


UN DÍA CUALQUIERA
Cierra los ojos, amor. Mis manos por tu cuerpo, surcos de las que parecen uñas. Taladros en mi mente. Años de castigo, amor. Noches sin sexo. Yo, la sonriente. Labios que apresuran un mordisco en tu vientre. Mi brazo en tu cuello. Mi lengua en tus dientes. Mis dientes en tu sexo. Sudor, gemidos, holocausto. Sufre mi sexo, amor. Olor a nada. A dolor. A sangre. Porque eres viento, muñeco desechado. Siente, es único el éxtasis que te desgarra las entrañas. Por tantas súplicas, amor. Mi saliva en tu ombligo. ¿Mis dedos? ¿Mi saliva? ¿Mi poder? El desasosiego de no poder saber el final. Goza, amor, el dolor de la espera. Soy yo la culpa y la rendición. La puta. La otra. La ladrona de los tiempos. Tu orgasmo pletórico. Una vez más, me rindo a tu deseo. Porque ahora soy toda imagen. De la burla. Del escarnio Mi sonrisa en tu aliento. Mis dedos en tus órbitas apagadas. Hoy, un día cualquiera. Soy yo que te cabalgo porque ya no puedes moverte. No gimes. Entraré una y otra vez en tu cuerpo que es mío para siempre. El puñal en mi mano. El silencio, amor. Mi triunfo por siempre.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Queridísima Yamilet, me encantó tu cuento. Toda esta semana (entre ensayos, cuentos, obras de teatro, estrés y sobredosis de café) he tenido (obligatoriamente) que reflexionar sobre mi caminar en el sendero de las letras. Lo dije en los ensayos, lo pensé detrás de los cuentos: la literatura necesita toda la atención de quien la escribe. Trabajo tan meticuloso termina en la combinación perfecta de palabras, espacios y silencios.
Tenemos que poner todos los sentidos en la obra literaria que escribimos, que leemos, que vivimos. El resultado: un cuento como el tuyo.
No es sólo que la brevedad de las 200 palabras traiga consigo precisión. Hay que saber cómo lograr que todo sea conciso, perfecto. Leo tu cuento, pienso en el largo camino que tengo que recorrer, y reafirmo que no pude haber encontrado mejor destino (mejor meta) que la literatura.

Anónimo dijo...

Estoy contigo, querido Topo, es el mejor destino, la mejor meta, la religión, el opio, el alimento. Ya leí tu cuento, me pareció excelente. Y, créeme, el camino es difícil, pero bien vale la pena.

Te veo mañana