QUE EL ÁNGEL DE LA JIRIBILLA LOS ACOMPAÑE.

sábado, 24 de mayo de 2008

UN TEXTO DE YOANI SÁNCHEZ

El nombre de YOANI SÁNCHEZ es, sin lugar a dudas, el más conocido de los blogueros cubanos. Hace unos días les dejé una noticia de su premio Ortega y Gasset y de la imposibilidad de irlo a recibir. Pero hoy les dejo un texto lleno de ironía muy fina, un humor que da escalofríos por las implicaciones ciertas de la historia que cuenta de la maravillosa Isla y sus secretos escondidos.


CAMPESINOS FELICES

Pusieron en las mochilas unas latas de carne, algunas velas y una vieja cámara Zenit. Se fueron hasta Santiago de Cuba en tren y entraron en las montañas un sábado muy temprano. Querían ir caminando hasta Baracoa, acampar por las noches en pleno monte y amarse en la casa de campaña con ese desparpajo que da tener diecisiete años. El cálculo era de cuatro días en camino y el martes un espectacular chapuzón en la villa primada de Cuba.

Después de la primera noche vieron un guajiro que llevaba una hilera de mulas. La duda de si acercársele o no fue vencida por el argumento de él: “Vamos a preguntarle dónde está el caserío más cercano”. Ella, más prudente, quiso advertirle que ya las montañas no eran las mismas de antes, cuando los campesinos compartían lo poco que tenían con cualquier extraño. No obstante, se le acercaron y el arriero los regañó: “¿Qué hacen ustedes por aquí? Por estas montañas no se puede ir sin permiso”.

Ya era tarde para remediar la metedura de pata y tuvieron que acompañar al hombre hasta el pueblo más cercano, donde se los comieron a preguntas. El maestro de la escuelita les dijo que tenían que quedarse tranquilos hasta que llegara la policía e insistió en saber quién les había dado la idea de internarse en la Sierra Maestra. Ella le habló del Zen, la energía cósmica y unos ejercicios de Tai Chi que los conectan con la naturaleza. No les creyeron.

Por la noche llegó el Jefe de Sector de la zona y tuvieron que repetir que sólo querían pasear, acampar junto a los árboles y llegar a Baracoa por la vía más larga. Se los llevaron de regreso a Santiago para la Estación de Policía y los montaron, obligados, en un bus hacia La Habana. Durante el largo viaje no podían dejar de recordar a los pobladores de un pueblo perdido, que le decían a la policía: “Llévenselos, que en algo raro andan. ¿A quién se le va a ocurrir pasear por estas montañas”.

TOMADO DE: http://www.desdecuba.com/generaciony/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo leí! Leí íntegro su discurso, en el País, que no fue, y también la vi en tv española, muy grueso!!!!

Sandra Nélida Pécora dijo...

Lindo texto. Sigo por aquí esperando por más. Saludos desde estas Tierras del Plata.